Reflexiones desde Valencia. Es la introducción de un texto más amplio donde las ideas presentadas se desarrollarán más ampliamente.
Introducción
El movimiento estudiantil parece estar resurgiendo. En las diversas ciudades del Estado español los estudiantes se echan a la calle para protestar contra el Plan Bolonia, que no es sino un giro más en la vuelta de tuerca que está dando el Capital para adaptarse a los nuevos tiempos. Las cosas se están poniendo muy feas y más que se pondrán: incremento del paro y de la precariedad laboral [1], privatización de la enseñanza y de la sanidad, auge del fascismo, aumento de la represión y la presencia policial… Todo esto es una realidad que va in crescendo y que el estudiante no debe ignorar. La desunión entre los distintos frentes supone que sea más fácil vencernos. Debemos solidarizarnos con otros afectados por el mismo problema. Esta lucha no se puede reducir a las universidades.
Todo forma parte del mismo juego y debe formar parte de la misma lucha
El Capitalismo se está empezando a desmoronar. De todxs nosotrxs depende que se remiende o que se destruya definitivamente. Desde todos los medios nos bombardean con la puta crisis. Pretenden que nos vayamos acostumbrando, que lo asumamos como algo natural y que nos apretemos el cinturón, dejándoles hacer tranquilamente sus tejemanejes porque son para “paliar la crisis”. ¿De dónde han salido los 30.000 millones de euros que el gobierno ha regalado a los bancos? De recortes en sanidad y educación [2]. ¿Por qué no de los fondos destinados al ejército y la policía? ¿Acaso tienen miedo de que nos rebelemos?
Ha llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa y preguntarnos hasta dónde estamos dispuestos a llegar, qué es lo que queremos conseguir. Está claro que todxs queremos la paralización del Plan Bolonia, pero si este conflicto no se perpetúa, si abandona la lucha contra el neoliberalismo, habrá sido inútil, ya que en el supuesto caso de que se frene el plan, éste será implantado posteriormente mediante pequeñas reformas que no encontrarán una respuesta decidida. Por eso la lucha contra Bolonia debe ser la lucha contra el Capital.
Antes que nada tenemos que plantearnos cuál es el papel que juega la educación para el Sistema; qué y cómo queremos aprender. Más allá de las protestas contra Bolonia entendemos que la educación es de quien quiere cultivarse, y que por tanto somos los estudiantes los que deberíamos ser dueños de nuestra propia enseñanza. No queremos el Plan Bolonia, pero rechazamos a su vez a la Universidad tal y como ha sido siempre: jerárquica, autoritaria, desinformadora, elitista… La Universidad nunca ha formado a personas críticas y combativas. Su papel de domesticación y de formación de profesionales sumisos siempre ha estado claro, aunque quizá con Bolonia más. Si alguna vez ha surgido dentro de ella un espíritu rebelde no ha sido gracias a la Universidad, ha sido —al contrario— para enfrentarla y combatirla.
Ahora bien, cuando se tiene un objetivo concreto a corto plazo como es la paralización del Plan Bolonia hay que buscar sus puntos débiles y atacarlos, golpear donde duele. Hasta ahora se han estado dando golpes al aire, y eso sólo sirve para que tu enemigo se ría de ti. Si de verdad queremos conseguir nuestro objetivo tenemos que replantearnos nuestras tácticas. El Plan Bolonia es un ataque más del Capitalismo y éste sólo entiende de dinero. Por eso es ahí donde tenemos que atacar. Tenemos que conseguir que no le salga rentable implantar Bolonia. Y para eso hay que recuperar las viejas tácticas que históricamente han demostrado ser las más efectivas para atacar al Capital, tácticas hoy prácticamente perdidas debido a la absoluta alienación en la que vivimos. Estamos hablando del boicot y del sabotaje [3].
Un pesado lastre que arrastra el movimiento estudiantil es la falta de información, formación y participación de los estudiantes en luchas sociales. Esta inexperiencia nos hace estar dando palos de ciego continuamente. No hay conciencia combativa, por eso, cuando aparece algún conflicto, en lugar de remediarlo atacándolo de raíz, empezamos a organizarnos, discutiendo tediosamente, dando mil vueltas al mismo —y probablemente estúpido— asunto… Siempre nos pillan en bragas
Las asambleas son el mejor método para organizarse horizontalmente al margen de politicuchos, sindicalistas e izquierdosos, recuperadores de las luchas en favor del sistema, que intentan erigirse como nuestros patéticos dirigentes. Por eso el movimiento asambleario surgido estos días está muy bien, pero no hay que mitificarlo. Esos bastardxs siempre van a estar ahí, intentado llevarnos por el camino que a ellxs les interesa. Aunque no esté el partido/sindicato de turno, ellxs son los mismos y siempre van a velar por sus propios intereses partidistas. Nunca debemos bajar la guardia. Debemos frenarles los pies, incluso echarlos de las asambleas si fuese necesario.
Además, en una asamblea abierta donde no conoces a mucha gente y no sabes quién está escuchando; hay ciertas propuestas que no se pueden hacer. Si tú tienes una idea que piensas que es correcta, como individuo libre que teóricamente eres, no necesitas la aprobación de ninguna asamblea ni organismo para llevarla a cabo.
Por eso, aparte de en asambleas, tenemos que empezar a organizarnos y actuar en grupos de afinidad [4]. Un grupo de afinidad son unos amigxs que tienen prácticamente las mismas ideas y existe gran confianza entre ellxs. Esta amistad y confianza, y el hecho de que no tengan que rendir cuentas ante nadie (autonomía), los hace sumamente efectivos. Pequeños pero numerosos grupos realizando pequeñas pero continuadas acciones de sabotaje son infinitamente más efectivos que una manifestación masiva, ya sea ésta pacífica o violenta.
Tenemos que perder el miedo.
Tenemos que desmitificar la legalidad, la ilegalidad y el pacifismo.
Esas son sus normas, no las nuestras.
Mientras no entendamos esto estamos condenados a la derrota.
[1] La cifra oficial de parados se sitúa en 2.800.000, lo que representa el 12,28% de la población activa (un 37,6% más que el año pasado). Es la mayor cifra de desempleo desde 1996 y el presidente de la patronal dice que el paro puede llegar al 17% en 2010.
La precariedad laboral va en aumento: contratos temporales, salarios bajos, directiva Bolkestein, falta de protección frente al desempleo, escasas medidas de seguridad… En 2007 oficialmente murieron 1.191 trabajadores. Es lo que tiene el trabajo asalariado; mientras siga existiendo no seremos libres.
[2] Uno de los principales objetivos de Bolonia es que la Universidad no suponga gasto alguno al Estado y esto sólo se puede lograr mediante su mercantilización. En cuanto a la sanidad sólo hay que ver lo que está sucediendo en la Comunidad de Madrid. Nos dirigimos hacia el modelo de EE.UU. donde quien no tiene dinero no tiene derecho a la sanidad. Esto no debería sorprendernos, es la lógica del neoliberalismo; por eso no debemos intentar arreglar esta sociedad, sino crear una nueva.
[3] El sabotaje es una acción deliberada dirigida a debilitar a un enemigo mediante la subversión, la obstrucción, la interrupción o la destrucción de material.
[4] http://www.ainfos.ca/03/aug/ainfos00193.html
Realizado por Assemblea d’Estudiants Llibertaris/es UV - http://www.estudianteslibertarixs.blogspot.com – estudiants_llibertaris@hotmail.com
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