viernes, 23 de septiembre de 2011

Presentación del grupo

Este texto fue escrito con el propósito de brindar una breve introducción de nuestro grupo. Cabe aclarar que es una modificación del texto “Sobre La Miseria de La Miseria”, publicado previamente en el número 2 de nuestra publicación, realizada a fines de tener una presentación mas sintética.

Nuestro grupo comienza su conformación en Marzo de 2008, con la edición del panfleto titulado “Sobre la miseria de los Centros de Estudiantes”, orientado a la difusión de una praxis antielectoral. El proyecto surgió de algunas personas ligadas al espacio de la Biblioteca Ghiraldo y el grupo Anarquistas Rosario. En su comienzo los autores utilizaban el nombre Ing-Soc para firmar los volantes debido al blog del mismo nombre que sigue vigente (ing-soc.blogspot.com). Cabe mencionar que el grupo no es el “brazo estudiantil” de los espacios antes mencionados: por el contrario, poseemos total autonomía y criticamos abiertamente a las organizaciones que se estructuran de manera centralizada en torno a su práctica, dividiendo su capacidad militante según su coyuntura y los espacios elegidos, de forma oportunista (gremial, estudiantil, territorial, DDHH, etc.).

El proyecto prosiguió, en el año 2009, con la edición del 1er número de la publicación “La Miseria”, que contiene el panfleto mencionado anteriormente, más otros textos y reflexiones complementarias. El grupo esta encarado como un proyecto de cooperación, no somos una organización formal, ni buscamos perpetuarnos como grupúsculo, así como tampoco aglutinar en torno al mismo a más militantes sólo por el placer del crecimiento cuantitativo o el fetichismo de la unidad. Aunque, por supuesto, esto no significa caer en la improductiva informalidad total.

No somos estudiantes que desde nuestro malestar con el medio estudiantil nos convertimos en revolucionarios, somos proletarios subyugados. Reconocer esa condición determinante, hace que veamos reflejos de la dominación en todas las instituciones y relaciones sociales que genera la humanidad en esta época histórica. Entendemos que la universidad no escapa a esta lógica, sólo posee particularidades que a nuestro entender permiten, al menos en esta coyuntura, ser mejor abarcadas por los proletarios revolucionarios.

La crítica a la universidad, no es una nueva reivindicación fragmentada: sólo puede ser entendida como un aspecto más de la lucha contra la sociedad de clases, indivisible de esta. Consideramos que el contenido que exponemos es algo que necesariamente debe ser exteriorizado, y cada vez con mayor fuerza: el rechazo al trabajo, a la democracia, al nacionalismo y al gestionismo, y a todas las formas de división de la actividad revolucionaria, a la separación entre teoría y práctica, entre economía y política, entre los momentos defensivos y ofensivos, etc. Todas estas limitaciones ya fueron superadas, en ciertos contextos históricos, por proletarios organizados.

El fin de este proyecto es la difusión de reflexiones que no son sino un nuevo hilo en el tejido de las reflexiones producidas, no por seres remarcables, sino por todos los hombres que se han reconocido como explotados, y han hecho algo al respecto. Pero como la revolución no es una guerra de ideas, en la que exista una batalla a ganarse mejorando la difusión y discusión de nuestros ideales, reafirmamos que no se trata de educar al estudiante, ni por el contrario, que éste sea nuestro guía y maestro, glorificando su rol como tal. No buscamos organizar a otros proletarios: buscamos organizarnos juntos.

Invierno 2011

jueves, 7 de julio de 2011

La configuración del Movimiento Estudiantil y sus perspectivas de lucha

Como anticipo de la próxima edición de la miseria, difundimos algunos fragmentos de este texto de nuestra autoría. También dejamos disponible el texto entero para descargarse en formato PDF.

Alentamos su difusión.




La configuración del Movimiento Estudiantil y sus perspectivas de lucha

Algunas precisiones sobre la lucha de clases en el ámbito estudiantil desde una visión proletaria


Lo que sucede en la generalidad, es que la gran mayoría de jóvenes provenientes de hogares de clase trabajadora ingresa a la Universidad, en el fondo, con un sólo objetivo en claro: una –al principio segura, luego revelada como ínfima- perspectiva de movilidad social, una tentadora promesa de ascenso. Esa promesa individual que el capital realiza a cada uno de los aspirantes, se hace tácitamente a condición de que se abandone cualquier proyecto colectivo, puesto que aquel que desee “ganarse un lugar” en el mercado laboral deberá olvidar primero sus orígenes, y luego cualquier idea de colaboración con el que esté a su lado, reemplazándola por otra de competencia feroz. Así, desde la institución se les inculca que sólo los más afilados, los perseverantes, tendrán ventaja cuando sea momento de dar el salto hacia el mundo del trabajo.

Lo que aquí nos interesa aclarar, en primer lugar, es que a los hijos de proletarios que concurren a la Universidad, quienes van siendo así formados como fuerza del trabajo del capital, se les oculta estructuralmente –con la colaboración, como decíamos antes, de ciertos ideólogos de la izquierda- que son parte de una clase autoperpetuándose como esclava. Los estudiantes -así como los sectores que no están en ese momento vendiendo su fuerza de trabajo, ni siendo “directamente explotados”- se creen de esta manera, generalmente flotando entre las clases y mucho menos proletarios que el obrero que vive al lado ¡O hasta en su propia casa!

Como proletarios sin una conciencia sólida, desarrollada, su función de clase reproduciéndose como explotada será mejor asumida en la misma medida en que sus componentes se crean realizando su libertad – la de “estudiar para poder trabajar en lo que quiera”-. Pero lo que este esclavo asalariado cree que es su libertad, son en realidad las leyes del mercado de fuerza humana, que se ofrece al mejor postor para ser explotada. De esta manera, podemos observar cuál es la utilidad elemental de este formateo ideológico, de este ocultamiento sistemático de los antagonismos de clase que se manifiesta como una de las funciones modeladoras del aparato educativo en toda su extensión: que esos esclavos preparando y afirmando su propia esclavitud asalariada serán tanto mejores en la misma medida en que crean no pertenecer a la clase de los explotados.

La realidad es que estos estudiantes tienen, a fin de cuentas, tan poca potestad real sobre sus vidas como todos los esclavos asalariados. Son proletarios, por más que sus títulos digan que son “profesionales”. Pero además, son esclavos personalmente interesados en defender sus grilletes, en tanto luchan por conservar el status que la sociedad de clases les ha otorgado.

DESCARGAR TEXTO

martes, 12 de abril de 2011

Video-panfleto "Critica del movimiento estudiantil"

Nuestro grupo también elaboró un video-panfleto en base al texto "Crítica del Movimiento Estudiantil". Este es el resultado. Que lo disfruten, y recordamos:

Si creés que este material merece ser difundido ¡Adelante!

Panfleto: Critica del Movimiento Estudiantil


Compartimos un fragmento del volante que fue difundido durante las elecciones estudiantiles de la Universidad Nacional de Rosario (5, 6 y 7 de abril). Debajo pueden encontrar el link para bajar la versión completa. Anexamos también el afiche que está siendo difundido en los días posteriores.

"Como estudiantes, indefectiblemente nos convertiremos en los esclavos de categoría del sistema; nuestros estudios nos habrán otorgado la posibilidad de acceder a trabajos que se le niegan al resto. Sin embargo, nuestro accionar como profesionales conlleva indefectiblemente  el sometimiento cada vez mayor del resto de la población. Los ingenieros aumentaran el índice de producción por persona, reduciendo la cantidad de gente necesaria para los trabajos, aumentando así la desocupación y las ganancias del capital. Los médicos alargarán la vida de los trabajadores, haciendo más barata la mano de obra. Los profesores formarán nuevos trabajadores calificados, los psicólogos les harán soportable esta vida de sometimiento, los periodistas les dirán que la mejor manera de pensar es la de los poderosos, los filósofos les explicaran sus miserias. Cada uno de ellos gastará su sueldo en comprar cosas que implican la explotación de otros, y así circularmente.

La lucha no estudiantil, excede la lógica de la situación del estudiante en la Universidad, entonces, no sólo no pasa por el Consejo Directivo: no pasa por ningún tipo de lucha estudiantil, en tanto lucha separada. Reconocernos como proletarios, aquellos que deben vender su vida en dosis de 8 horas diarias (en el mejor de los casos) implica luchar como tales. Reconocer la explotación en nuestras vidas, en vez de pensar que los explotados viven en algún otro barrio más pobre que el de uno, no pasa por una cuestión de egoísmo o altruismo, sino que es necesario para poder construir con cualquier otra persona, la organización que nos permita luchar por nuestra libertad, no desde la superioridad del profesional, sino desde la humildad del simple humano."






miércoles, 2 de marzo de 2011

Segundo Número de la publicación "La Miseria"

Finalmente, y luego de un tiempo de tener la publicación circulando en formato impreso por las calles de varias ciudades de la región (e incluso de vecinas como la Chilena) nos hemos tomado el tiempo de colgarla en la web.

Esperamos fervientemente que les sea útil para la reflexión, la discusión y la acción junto a sus compañeros. Alentamos nos respondan ante cualquier duda u observación que les despierte el contenido, tanto desde el espacio de los comentarios como a la casilla del blog (la.miseria.blog@gmail.com). Un fuerte saludo, y que la miseria nos siga uniendo.


EDITORIAL

'¿Por qué sos tan negativa?’ Le pregunta la araña a la mosca. ‘Sé objetiva, olvida tus prejuicios’. Pero no hay manera de que la mosca pueda ser objetiva, por más que quiera: ‘Mirar la telaraña objetivamente, desde afuera ¡que sueño!', dice la mosca, '¡Que sueño vacío y decepcionante!”.

'No gritamos porque enfrentemos la muerte segura en la tela de araña, sino porque soñamos con liberarnos.

'Nuestro grito es un rechazo a revolcarnos en el hecho de ser víctimas de la opresión, a sumergirnos en una “melancolía de izquierdas”.'

John Holloway - Cambiar el mundo sin tomar el poder.


Si en esta publicación hubiera algo realmente de valor práctico, entonces no existiría. Esto se debe a que quien comunica lo hace, generalmente, a partir de la falta de algo; dicho de otro modo, si tuviéramos alguna formula mágica para combatir el capital, ya la estaríamos usando. En este mismo principio se basan todas las emisiones culturales dentro de la sociedad mercantil: si por ejemplo un escritor de libros de autoayuda supiera como vivir de forma óptima, probablemente no necesitaría vender libros. Y es que nuestra vida –nodo de relaciones sociales- es, en esencia, un fragmento de las relaciones sociales que componen la telaraña del sistema mercantilista. Nuestras acciones, por lo general, conllevan la reproducción de éste. Incluso esta misma publicación ha dejado alguna pequeña ganancia a quienes nos proveyeron de papel y tóner.

Como humanos dentro del sistema estamos escindidos de una parte de nuestras vidas, nuestras decisiones son solo parciales aún cuando queremos calmar nuestra sed: podemos comprar una de las tantas bebidas que nos ofrece el mercado o incluso tomar el agua que nos provee el servicio público a un módico precio por mes, pero no podemos elegir (salvo en raros casos) saciar nuestra sed sin enriquecer a alguien. Nuestra vida por consiguiente queda reducida a una concepción de libertad que niega la libertad misma; somos seres autocontradictorios en su propia identidad. Y los somos todos. El sistema, en su constante fragmentación del humano, nos ha dificultado el acceso a una comprensión rigurosa, colectiva y positiva (por oposición al grito de negación de la mosca) de nuestra propia existencia, a tal punto que tomamos como natural que las obras destinadas a criticarlos tengan un carácter filosófico y no uno científico. Pero si bien es cierto que hemos quedado despojados de nuestra capacidad de afirmación, también lo es que seguimos conservando nuestra capacidad de negación.

Sabemos que las cosas que deseamos (un auto, un titulo, una pareja, etc.) están signadas por la cultura capitalista, y esto nos ha llevado a adueñarnos de nuestra capacidad de odio: las cosas que anhelamos cambian, porque no solventan realmente nuestras necesidades, pero lo que odiamos permanece siempre allí, y cuando el sistema no nos logra introducir una nueva pauta de canalización de una necesidad (por ejemplo la clase política) encontramos una formula que busca materializarse en la destrucción de esa pauta (al caso, el grito ‘que se vayan todos’).

Sólo nos queda, entonces, actuar a través de una formula de odio para con nosotros mismos, no como personas, sino en nuestro roles dentro del sistema. Pero no la tenemos, y de ahí surge la doble motivación de esta publicación: por un lado como única reacción posible (de negación, de odio) contra las pautas del sistema (incluido el falso criticismo), por el otro la necesidad de generar un debate que nos permita encontrar formas positivas de destrucción y superación de las relaciones sociales que componen nuestra vida y sociedad.

En la editorial del anterior número afirmábamos que esta publicación se gesta por odio: sólo nos queda aclarar que, a diferencia de lo que nos dicta nuestra cultura, el odio no se opone al amor, así como la filosofía negativa no se opone a la positiva. Es necesario comprender y amar nuestra capacidad de ser humanos, para poder odiar nuestros roles deshumanizantes (trabajador, estudiante, militante de izquierda, burgués, etc), y es necesario poder odiarnos a nosotros mismos en esos roles, para poder recién allí, y de forma colectiva, establecer las condiciones que nos permitan afirmarnos como humanos.

‘Como moscas atrapadas en una red de relaciones sociales que están más allá de nuestro control, sólo podemos tratar de liberarnos cortando los hilos que nos aprisionan.

Por el momento, sin embargo, cualquier estudio de la telaraña que no comience por el hecho de que la mosca está atrapada en ella, es simplemente una mentira’.

‘La mosca, sin embargo, no desempeña rol alguno en la construcción de la telaraña, mientras que nosotros somos los únicos creadores del sistema que nos tiene atrapado’.

Y esto pareciera ser lo primero que olvidamos como revolucionarios: ante la primacía del discurso contrahegemónico (aquel que nos dice que como oprimidos debemos luchar contra los poderosos), tan vigente en la ‘nueva’ como en la ‘vieja’ izquierda, toda lucha pareciera reducirse a conquistar (es decir, a arrebatárselo a la burguesía) terreno político y económico.

Esto no es más que transformarnos nosotros en los administradores del capital. Pero como resulta que es la misma estructura económico-cultural, y no solamente los deseos egoístas de unos malvados seres con mucho poder, la que condiciona la sociedad, mientras exista el capital (sin importar quién lo administre) nuestra humanidad permanecerá negada.

Que los textos presentes en esta publicación tengan una intención claramente anti-izquierdista (entendiendo a la izquierda como la forma política de las concepciones contrahegemónicas) no es porque nos consideremos iluminados frente a aquellas personas que son militantes de izquierda, ni porque consideremos que no tengan capacidad para nada más que ser los eternos aplicadores de parches del sistema; sino justamente porque creemos que es propio de quien lucha (incluyéndonos) canalizar nuestras ansias de humanización de la sociedad por los caminos que ya están transitados, por lo que vemos imperante encontrar un espacio de replanteamiento teórico de hacia dónde nos conduce nuestro accionar.

No somos (aunque así nos tachen) ni utopistas, ni idealistas, ni soñadores, cuando planteamos una lucha que no sea la sumatoria de conquistas mercantiles (mejor salario, vivienda digna, mejor educación, comedor universitario, etc.) porque de hecho es un sueño pretender estar en contra del capitalismo aumentando la circulación de mercancía.

Pero tampoco deseamos que se confunda nuestra posición con la que reza que “a peores condiciones de vida, más probabilidad de revolución”: el famoso, “cuanto peor, mejor”. No se trata de eso, sino de entender que quienes componen esta sociedad pueden desarrollar una praxis revolucionaria propia (aunque colectiva) sin la necesidad de ser parte de la base (ni juventud) de ningún partido de masas, y sin la necesidad de ninguna ‘vanguardia’ que convocándolos a luchar por reivindicaciones mercantilistas busque obtener un rédito político con fines revolucionarios. La idea de que ‘la masa’ no es capaz de ser revolucionaria sino por medio de esas reivindicaciones mercantilistas (que algunos imbéciles llaman ‘materiales’) canalizadas por una vanguardia, es el remedio que causa la enfermedad, de la misma manera que lo hace la educación institucional con las ganas de aprender.

En esta publicación también incluimos:

- Sobre la miseria de La Miseria. Es una reseña de la actividad grupal que vivimos desde que nos constituimos como tal, a la vez que un esbozo de propuesta de acción y posicionamiento revolucionario.

- Burocracia. Fiel a su título, es un análisis de esta categoría y una introducción a su comprensión en el marco histórico actual para realizar un aporte a la perspectiva revolucionaria que abarque a dicha forma.

- Críticas y observaciones sobre la idealización del Método Asambleario. Busca desmitificar el carácter democrático (entendiendo democrático como participación directa del pueblo) de la estructura asamblearia. Su finalidad es prácticamente la aplicación inmediata de una nueva pauta de actuación en esos espacios.

- La alienación del conocimiento. Intenta ser un análisis no riguroso de la estructura educativa, para entenderla como un componente inexorablemente unido al sistema capitalista, y busca abrir el debate sobre si es posible una ‘universidad al servicio de la comunidad’.

- La Educación Superior y la búsqueda de una respuesta contra el Capital. Es el único texto no producido por nuestro grupo, firmado bajo el pseudónimo de Antsep y de origen en la Región Trasandina. La introducción y las notas que agregamos ayudan a comprender el por qué de su inclusión en esta publicación.



jueves, 20 de mayo de 2010

La Alienación del Conocimiento

Ante la inminente llegada del Número 2 de la publicación La Miseria a las calles, adelantamos un breve extracto de otro de los artículos que serán incluidos en la misma. El texto versa básicamente sobre la relación disciplina/conocimiento. Aquí va:




La Alienación del Conocimiento
(o Cómo Crear un Profesional)


En una sociedad en la cual el destino de toda acción humana es producir o consumir, la línea que separa los conocimientos científicos de los técnicos forzosamente se borra, a la vez que ambos pierden su poder transformador de la vida, volviéndose un vinculante entre el sistema y el individuo, en pos de una elevación de la tasa de ganancia.

De este punto debemos partir si queremos entender el papel de un academicismo que transforma al sujeto en profesional, ser cuya identificación máxima en la sociedad es su profesión. Preguntándonos sobre la naturaleza de dicho proceso, encontramos respuestas a mucho más de lo que la pregunta formula.

El comienzo del proceso

Este proceso no comienza de la nada, sino como continuación de una educación que tiene como principal característica la existencia de una Autoridad. No hablamos de los roles de autoridad (maestro, director, tecnócratas, políticos y todo ese ejercito de ‘ameritados’ que idean el plan de estudios) sino de una Autoridad, imaginaria, que signa los conocimientos como autorizados o inválidos. Ésta es constitutiva de absolutamente todos los procesos de educación institucionalizados, y se evidencia numerosas veces en las conductas de los sujetos que son parte de dicho proceso. Un ejemplo es cuando un padre le explica a su hijo cómo dividir, ayudándolo a repasar 'matemáticas', y éste le responde que esa no es la forma en que lo hace su docente (y por lo tanto no es válido[1]) . Para el estudiante, la verdad o falsedad de los conocimientos vienen desde afuera de su propia razón, por lo que le son ajenos, en el sentido de que él no participa de su elaboración[2]. Esta Autoridad se sostiene por su funcionalidad, pero además por la imposibilidad por parte del alumno de poder visualizar los conflictos entre diversas opiniones. Esa imposibilidad, a su vez, se forma frente a la existencia de esa Autoridad.

En el proceso de educación, todos los intervinientes participan con el objetivo de formar sujetos que sean capaces de generar mercancías y consumirlas (o lo que es lo mismo, tener salida laboral/ser buenos ciudadanos). Tanto los actores activos en este proceso –docentes, burócratas, autoridades- como los pasivos –estudiantes- desean que esa meta sea cumplida satisfactoriamente y, por lo general, de la manera más rápida posible dentro de lo que permitan los condicionamientos objetivos y subjetivos. El adquirir conocimientos ‘autorizados’ requiere menos tiempo que construirlos, permitiendo maximizar la formación técnica; resultando por lo tanto funcional a esos objetivos. Es buscando esa maximización que el proceso educativo distribuye conocimientos que responden a necesidades productivas (incluyendo una noción de ser social), y no a los interrogantes de los sujetos que van a adquirir ese conocimiento. Por esto, el aprendizaje se convierte en algo tedioso, y no algo placentero.

Pero si el sujeto no aprende por la necesidad de responder un interrogante propio, y por consiguiente no lo hace por placer... ¿Por qué lo hace? La Autoridad también autoriza moralmente una evaluación de rendimiento (que no se limita sólo a la evaluación oral/escrita) llevada a cabo diariamente por una persona embebida en el rol de docente: es para poder ser aprobado ante la mirada de este docente que el alumno adquiere conocimientos. La división entre el que ‘estudia’ y el que ‘enseña’ es, por lo tanto, una característica inmanente a toda institución educativa capitalista y no un producto accidental de pedagogos retrógrados[3]. Esta relación entre sujetos se define tanto por los docentes como por los alumnos, siendo imposible de determinar unilateralmente[4]. Además, es vital para la existencia de la Autoridad, ya que si se planteara una situación de aprendizaje sin esta división, se debería, antes que nada, responder a los verdaderos intereses de quienes construyen el conocimiento. El hecho de que el conocimiento sea algo que no responde a las dudas del sujeto, así como tampoco es producto de su razonar, genera un conocimiento alienado: conocer es necesario para no ser un ‘fracasado’ cuando se llegue a la adultez (o lo que es lo mismo, para tener dinero). Dicho de otra manera, el conocimiento es como un billete con el que se consigue una supervivencia más confortable en la sociedad mercantil, pero no algo útil por si mismo. (continúará...)


Notas:

[1] El correlato a nivel post-primaria se muestra en la enseñanza sobre qué dijo determinado autor, en lugar de producir entre todos los sujetos un conocimiento propio sobre el objeto del que habla (y por consiguiente tener la posibilidad de llegar o no a la misma afirmación); o cuando nos hacen memorizar una formula sin saber de dónde se deduce.

[2] En este sentido, podemos afirmar que la relación alumno-docente es muy similar a la receptor-media: el alumno/receptor, reconoce (en algunos casos) que el docente/media puede estar equivocado/mentir, pero lo trasmitido por este último sector se asume como una verdad práctica en términos sociales, ya que lo importante siempre es poseer herramientas utilizables en torno al conocimiento hegemónico.

[3] Una nueva tendencia en los maestros y profesores es el de reconocer que ellos aprenden de sus alumnos. Pero esto no es el reconocimiento real a entender a los alumnos como generadores de conocimientos. La diferencia reside en que el alumno se encuentra a sí mismo como ‘estudiado por el educador’, y no como generador de una opinión separada de la de éste, que pueda confrontarse de igual a igual.

[4] Evidencia lo paradójico de la situación, ver que maestros y profesores en muchos casos buscan imponer una relación de igualdad con los alumnos, afirmando su carácter de autoridad a la vez que buscando negarlo.

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