Como anticipo de la próxima edición de la miseria, difundimos algunos fragmentos de este texto de nuestra autoría. También dejamos disponible el texto entero para descargarse en formato PDF.
Alentamos su difusión.
La configuración del Movimiento Estudiantil y sus perspectivas de lucha
Algunas precisiones sobre la lucha de clases en el ámbito estudiantil desde una visión proletaria
Lo que sucede en la generalidad, es que la gran mayoría de jóvenes provenientes de hogares de clase trabajadora ingresa a la Universidad, en el fondo, con un sólo objetivo en claro: una –al principio segura, luego revelada como ínfima- perspectiva de movilidad social, una tentadora promesa de ascenso. Esa promesa individual que el capital realiza a cada uno de los aspirantes, se hace tácitamente a condición de que se abandone cualquier proyecto colectivo, puesto que aquel que desee “ganarse un lugar” en el mercado laboral deberá olvidar primero sus orígenes, y luego cualquier idea de colaboración con el que esté a su lado, reemplazándola por otra de competencia feroz. Así, desde la institución se les inculca que sólo los más afilados, los perseverantes, tendrán ventaja cuando sea momento de dar el salto hacia el mundo del trabajo.
Lo que aquí nos interesa aclarar, en primer lugar, es que a los hijos de proletarios que concurren a la Universidad, quienes van siendo así formados como fuerza del trabajo del capital, se les oculta estructuralmente –con la colaboración, como decíamos antes, de ciertos ideólogos de la izquierda- que son parte de una clase autoperpetuándose como esclava. Los estudiantes -así como los sectores que no están en ese momento vendiendo su fuerza de trabajo, ni siendo “directamente explotados”- se creen de esta manera, generalmente flotando entre las clases y mucho menos proletarios que el obrero que vive al lado ¡O hasta en su propia casa!
Como proletarios sin una conciencia sólida, desarrollada, su función de clase reproduciéndose como explotada será mejor asumida en la misma medida en que sus componentes se crean realizando su libertad – la de “estudiar para poder trabajar en lo que quiera”-. Pero lo que este esclavo asalariado cree que es su libertad, son en realidad las leyes del mercado de fuerza humana, que se ofrece al mejor postor para ser explotada. De esta manera, podemos observar cuál es la utilidad elemental de este formateo ideológico, de este ocultamiento sistemático de los antagonismos de clase que se manifiesta como una de las funciones modeladoras del aparato educativo en toda su extensión: que esos esclavos preparando y afirmando su propia esclavitud asalariada serán tanto mejores en la misma medida en que crean no pertenecer a la clase de los explotados.
La realidad es que estos estudiantes tienen, a fin de cuentas, tan poca potestad real sobre sus vidas como todos los esclavos asalariados. Son proletarios, por más que sus títulos digan que son “profesionales”. Pero además, son esclavos personalmente interesados en defender sus grilletes, en tanto luchan por conservar el status que la sociedad de clases les ha otorgado.